sábado, 24 de enero de 2015

EL ROMÁNICO COMO PRIMERA DEFINICIÓN DE OCCIDENTE

GOMBRICH, E.H. La historia del arte. Edit. Phaidon, 2009: 157 y ss. , 172-175. 

Llamamos tenebrosa a esa época [la Edad Media], en parte para dar a entender que las gentes que vivieron durante esos siglos de migraciones, guerras y calamidades estuvieron sumergidas en la oscuridad y con pocos conocimientos que los guiaran; [...] es más bien escaso el conocimiento que tenemos acerca de esos siglos confusos que siguieron a la caída del mundo antiguo y precedieron a la aparición de los primeros países europeos como hoy los conocemos. [Este período indefinido] (...) está claro que duró casi cinco siglos, aproximadamente desde el 500 hasta el año 1000. [...] Pero lo más interesante es que en esos años, no se vio la aparición de ningún estilo claro y uniforme, sino más bien el conflicto de un gran número de estilos diferentes que sólo empezaron a conciliarse hacia el final de dicha época. 
[...] No se puede hacer justicia a ninguna obra medieval sin atender al propósito de los artistas, que no buscaban crear una imagen de la naturaleza, ni realizar obras bellas, sino que deseaban comunicar a sus hermanos en la fe el contenido y el mensaje de la historia sagrada. [...] El papa Gregorio el Grande, que vivió a finales del siglo VI, recordó, a quienes se oponían a toda especie de representación gráfica, que muchos de los miembros de la Iglesia no sabían leer ni escribir, y que, para enseñarles, las imágenes eran útiles: "la pintura debe ser para los iletrados lo mismo que la escritura para los que saben leer". La idea que el papa tenía de la pintura empezó a prevalecer en su época, aunque con dificultades. Si el objeto [del arte] era ser útil, el tema tenía que estar expresado con la mayor claridad y sencillez posibles [...], los artistas se concentraron en lo esencial [la transmisión del mensaje de la Iglesia y la difusión de los dogmas y preceptos del catolicismo]. 
[...] No solo se construyeron iglesias en el medievo, sino también castillos, y los señores feudales de vez en cuando contrataban artistas. [...] El arte religioso, sin embargo, era tratado en su conjunto con más respeto, y cuidado con más esmero, por eso ha perdurado hasta hoy. 
[...] No es difícil imaginar lo que significaba una iglesia para la gente de aquella época. [...] La iglesia era a menudo el único edificio de piedra de los alrededores, la única estructura considerable en varios kilómetros y su campanario, un hito y señal para todos los que se acercaban. [...] No es de extrañar que la comunidad entera se interesase por la construcción de las iglesias y se enorgulleciera de su ornamentación. Hasta desde el punto de vista económico, la construcción de un monasterio, que requería años, debió transformar toda una ciudad. Extraer piedra, levantar andamios, emplear artesanos... constituía un verdadero acontecimiento. 
[...] La planta, generalmente, era la misma: una nave central que conducía a un ábside o coro y dos o cuatro alas laterales. [...] Algunos arquitectos preferían la idea de construir iglesias con planta de cruz {llamada cruz latina}, y agregaron así el crucero y el transepto [una nave que cruza de forma horizontal al eje longitudinal vertical, y el crucero es el lugar donde cruzan sendas partes]. [...] La impresión que producen estas iglesias, desde fuera como desde dentro es de compacta solidez. Hay en ellas escasa decoración, y tan sólo hallamos arcos de medio punto que descansan sobre pilares macizos. Tampoco hay a penas vanos, pero sí firmes y continuas paredes y torres que nos recuerdan a las fortalezas medievales. Estos poderosos y casi retadores cúmulos de piedra erigidos por la Iglesia en tierras de campesinos y guerreros parecen expresar la idea misma de que [...] la misión de la Iglesia es combatir las fuerzas oscuras hasta que la hora del triunfo suene en el día del Juicio Final. [...] Hubo otro problema que preocupó a los arquitectos; la tarea de dar a esos impresionantes edificios el digno remate de una cubierta también pétrea, Los techos de madera, tan usados otrora, carecían de dignidad y causaban fácilmente incendios. El arte romano, que abovedaba grandes espacios, y su técnica, se habían perdido. [...] El peso de las piedras era extremadamente grande, Para soportar esos pesos enormes, kas paredes y los pilares habían de ser más macizos y fuertes todavía [el muro sin ventanas y reforzado por contrafuertes exteriores]. Se necesitaban grandes masas de piedra para esas primitivas bóvedas de túnel o de cañón. [...] los arquitectos normandos vieron que no era necesario hacer tan pesado el techo e ingeniaron otro sistema. Extendiendo las vigas o nervios cruzados entre los pilares, rellenando después los intersticios triangulares resultantes (plementería). Esa forma revolucionaria de construcción (de finales del S.XII), la adoptó el arte gótico. 

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